Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que haces en lo secreto, te recompensará.
La oración no es un ritual que debe hacerse igual todos los días, no es un libro que debes recitar y cumplir con cada palabra que está escrita. La oración es poder conversar con libertad con nuestro creador, con nuestro amigo.
Sí, en la Biblia aparece una serie de “Pasos” que podemos seguir si queremos aprender a orar. Para aquellos que creemos que orar es algo estructurado, y que requiere de una capacitación gigante podemos seguir esos pasos que encontramos en su palabra.
Y el primer paso es: ¡Ve a lo secreto!
Así es, lo primero que debemos hacer es entrar a nuestro lugar íntimo, allí donde podemos ser nosotros mismos y conversar con Dios todo lo que puede pasar por nuestra mente.
El lugar secreto nos está esperando.
Te preguntarás: ¿Por qué en lo secreto? ¿Por qué cerrar la puerta?
Cuando cierras la puerta, cierras el ruido del mundo, de tus pensamientos, cierras la puerta a las distracciones. Solo te concentras en hablar con tu mejor amigo, Jesús.
En lo secreto serás capaz de ser tú mismo, tu misma sin dobles caras, sin tener que aparentar que algo te gusta o no. Sencillamente te desnudas delante de aquél que quiere escucharte, que nos ama y nos cubre con sus alas en esa tempestad que podamos estar pasando.
Hoy toma un momento, y cierra la puerta, y si no sabes qué decir puedes comenzar con un: -Gracias Señor- y dejar que las palabras salgan de ti.
Hoy te invito a cerrar la puerta, cerrar tus ojos y abrir tu boca y corazón para expresarle a nuestro mejor amigo aquello que aun conociendo de nosotros, anhela escuchar.