Buenas nuevas

¿Quieres conocer a Dios?

Primero comenzaremos con el concepto de “conocer”:

“Tener en la mente información sobre algo. Tener información o conocimiento profundos  y con experiencia directa sobre algo”

Todos podemos saber o tener una noción de Dios, sin embargo cuando verdaderamente decides conocer a Dios, vas a lo profundo.

El ser humano cuando le interesa alguien o algo comienza a averiguar por medio de capacidades intelectuales la naturaleza, cualidad y relaciones de las cosas. Cuando se trata de conocer a Dios no solo hay que basarse en lo intelectual, pues esto va mucho más allá.

A medida que leemos la palabra de Dios, comenzamos a identificar sus cualidades y forma de ser.  En Mateo 16:13-20 podemos observar las respuestas de los discípulos cuando Jesús les preguntó ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?

Los discípulos le dicen a Jesús que las personas decían que Él era Elías, otro Juan el Bautista, y algunos Jeremías o algún profeta. Pero Jesús al oír lo que le decían no solo queda con esta pregunta, inmediatamente que ellos responden, les pregunta ahora a sus discípulos ¿Quién decís que soy yo? Y responde Simón Pedro “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.

Pedro estaba seguro quién era Jesús, él lo conocía, sabía quien era y lo que hacía. Así mismo ocurre con nosotros, en un tiempo oímos de Dios pero esto no quedó hasta ahí, ahora tenemos la posibilidad de conocerlo a profundidad, a través, de una relación con Él constante, es decir, a diario y por medio de su palabra.

La Biblia habla de un Dios que es misericordioso, bondadoso, amoroso, justo, verdadero, fiel, consejero, admirable, puro, santo, entre otros.

Basado en la trinidad (Dios, Cristo y Espíritu Santo) puedes añadir aún más, amigo, Padre, intercesor, Rey de reyes, príncipe de paz, quien nos defiende y todo lo que se muestra de Él de acuerdo a la palabra y relación que tengas.

A diario podemos experimentar lo que su palabra nos enseña acerca de Dios, ese que es lento para la ira y grande en misericordia. Aquel que extiende su mano para bendecirnos a todos, que no escatima al mostrarnos su amor y sana todas nuestras dolencias.

Cuando conoces a Dios puedes responder inmediatamente como lo hizo Pedro. Si sientes que no has conocido parte de lo que se ha mencionado, entonces te invito a que lo experimentes y le digas al Señor ¡Quiero conocerte!

Conocer a Dios no solo se basa en conocimientos de acuerdo a lo leído, sino también de experimentarlo, porque esto te llevará a que en medio de la prueba tengas la confianza de que Dios te ayudará, de levantar tus manos a Dios y alabarle cualquiera que sea tu situación, pues en todo tiempo ¡Alaba a Dios!

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