La luz es esencial para el ser humano. No sólo sirve como fuente de energía para la vida, sino que además, permite a los ojos estar apercibido de lo que le rodea. Jesús en el sermón del monte enseña: «Ustedes son la luz de este mundo» Mateo 5:14-16.
Jesús compara a sus seguidores como esa fuente que capacita al ojo humano para poder ver. Dentro del creyente en Cristo, está el Espíritu Santo, siendo el cristiano como esa lámpara, él no es la luz pero la contiene , así que donde está el cristiano está la luz de Cristo llevando claridad en un mundo opacado por el pecado.
¿EN DÓNDE DEBEMOS SER LUZ?
Jesús aclara el sitio dónde debemos ser luz: «en el mundo». El cristiano no puede ser luz en las cuatro paredes de un templo. Es en el mundo donde está la oscuridad, donde deambulan sin sentido los necesitados, con sus mentes entenebrecidas por el pecado, sin capacidad de entender o agradar a Dios. Es allí, en el mundo, donde Jesús nos envía a dar claridad , para que vean el camino angosto que lleva a la vida eterna.
¿QUÉ TAN ALTO COLOCAMOS LA LUZ?
Una de las características de la luz es que dependiendo la altura que se coloque la, ella podrá ejercer un mayor o menor impacto en el área que le rodea. Si se coloca a la altura del piso con un cajón que le tape, tendrá poco impacto. Más si se coloca en lo alto podrá desarrollar al máximo su capacidad potencial. En tal sentido, Jesús relaciona la luz como una ciudad sobre una montaña, donde todos la pueden ver, y aconseja que para poder alumbrar a todos en casa debe ser colocada sobre en lo alto del candelero. Dios quiere que iluminemos desde lo alto de la montaña con nuestras buenas obras, iglesias y ministerios.
¿QUÉ IMPLICA LEVANTAR LA LUZ?
Levantar la luz sobre el candelero implica esfuerzo y sacrificio en mostrar a la gente la esperanza de salvación a través de nuestras buenas obras. Para ello deberás negarte a ti mismo y hacer sacrificios a diario por amor a Dios y a los demás. Y sólo estaremos dispuesto a hacerlo si creemos que vale la pena. En la biblia se nos alienta a buscar primero el reino de Dios y su justicia. Ese es el mayor propósito de vida.
Dios te anima a ser ese candelero de tu familia, de tu comunidad, de tu trabajo. Levántala bien en alto.