ColumnistasLuisa León

Atravesando el desierto

Los desiertos representan quizá uno de los lugares más hostiles de la superficie terrestre. Para quienes hemos tenido la oportunidad de visitar uno, esta ha sido una experiencia única; Los primeros minutos luego de adentrarse en un desierto son de total asombro y fascinación. Sentir la cálida arena bajo nuestros pies, mirar con deleite y asombro lagartijas y otros animales así como la escasa y extraña vegetación propia del lugar representan un paisaje asombroso.

Sin embargo, a medida que avanzas en él, algo en nosotros va cambiando: nos invade un calor casi insoportable, nos agobia la sed y los inclementes rayos del sol poco a poco nos van robando las fuerzas, obligándonos a desear salir de allí.

Resulta, por tanto impensable desde el punto de vista humano permanecer en un desierto durante largo tiempo.

Elías en el desierto

Las sagradas escrituras nos muestran en el primer libro de Reyes específicamente en el capítulo 19, la historia del profeta Elías, quien perseguido por Jezabel (una poderosa y malvada mujer) se dirige hacia el desierto e intenta atravesarlo para así lograr escapar de ella.

Estando Elías en mitad del desierto sintiéndose sin fuerzas, desea su muerte y en oración pide al señor que le permita morir. Dios en cambio envía para el pan y agua, alimento necesario para retomar sus fuerzas y continuar su travesía hasta llegar a Horeb.

1Reyes 19:1-7

Esta, en mi opinión es una de los más hermosos y aleccionadores relatos que la biblia nos presenta; donde observamos a un hombre sumergido en una crisis física y emocional con la cual muchos se pueden sentir identificados.

En la actualidad, aun existen muchos y muchas Jezabel, seres intolerantes y despiadados que persiguen y azotan a todos aquellos que piensan distinto a ellos. Por fortuna existen también muchos Elías, hombres y mujeres de fe que reconocen sus debilidades, claman al Señor y éste en su infinita misericordia escucha, bendice y provee lo necesario para recuperar las fuerzas; para poder seguir avanzando por los caminos del desierto que en ocasiones la vida nos presenta.

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