¿Cómo son mis palabras?
Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; Mas la lengua de los sabios es medicina. (Proverbios 12:18).
¿Alguna vez has visto lo letal que puede ser una espada cuando se usa con fuerza? Así mismo son aquellas palabras que salen de nuestra boca cuando estamos enojados y no podemos controlar los impulsos de decir cosas negativas. Como cuando le dices a alguien que es inútil solo porque no hizo las cosas como querías, o cuando le deseas mal a alguien solo porque no está de acuerdo contigo.
En ocasiones cuando no nos sentimos bien por algún motivo, suelen salir palabras de maldición de nuestra boca y éstas acarrean consecuencias. Cada vez que insultas, maldices, ofendes, refunfuñas o agredes verbalmente, tus palabras se convierten en espadas capaces de dañar a la persona que la reciba o incluso a ti mismo, es decir, nosotros mismos podemos herirnos con nuestras palabras y será como esa espada capaz de cortar profundamente. Recuerda esas veces que dijiste que no eras lo suficientemente bueno como para lograrlo, ¿ves? Así de fácil usaste una espada.
Una persona molesta difícilmente puede controlar su lengua, pero no es imposible, podemos controlarlo, con empeño y dedicación cada día podemos ser conscientes de lo que decimos y comenzar una campaña: Dile no a las espadas y sí a la medicina.
Al contrario de las espadas, un buen doctor usa medicina para sanar las heridas causadas por esta arma tan letal, y es que cuando le dices a alguien: -Tranquilo, siempre habrá una nueva oportunidad- o le dices: – No importa que no estemos de acuerdo en esto, eres mi amigo y podremos salir de ésta situación juntos- estarás convirtiéndote en ese antigripal que necesitamos todos, en esa medicina que aplaca la herida, que la cura y que ayudará a que sane completamente.
La lengua sino es controlada puede contaminar todo el cuerpo. Depende de ti y de mí que sean de medicina para las personas o golpes fuertes que destruyan a la misma.
“Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse” Santiago 1:19
Si eres una persona que le cuesta medir sus palabras por el motivo que sea, te invito a que hagas esta oración:
“Señor Jesús en este momento te doy gracias por mi vida. He entendido que mis palabras tienen poder, te pido perdón por cada una que he dicho y ha sido de maldición para alguien. Amado Espíritu Santo necesito que me ayudes a controlar mis emociones y pensamientos para no ser ligero al hablar, que mis palabras sean como medicina para quienes me escuchen a fin de glorificarte. En el nombre de Jesús, amén.”