Una Amistad Eterna
Suena bastante comprometedor hablar de una amistad eterna, probablemente porque no hemos podido tener una de mucho tiempo, o quizás sí la hemos tenido, pero son contadas con los dedos de las manos, y quizás hasta nos sobren dedos.
Pero hay una verdad que debemos conocer y es que podemos conocer a un gran amigo, un amigo eterno. Alguien que nos ofrece una amistad sin límites y llena de amor para nosotros, pero también con muchas enseñanzas y hasta correcciones.
Quizás quieres que te diga el nombre de este amigo, o quizás ya sabes de quién te hablo, y sí, hoy hablamos de Jesús.
¿Cómo podemos nosotros optar por esa amistad? Sencillamente conociendo a Jesús, y aceptándole como nuestro salvador y amigo fiel.
Un día vi como una niña se acercaba a otra y le preguntaba: -¿Quieres ser mi amiga?- Pregunta que fue respondida por la otra niña diciendo: – ¡Sí, quiero!- y como por arte de magia, las niñas se tomaron de la mano y comenzaron a jugar como si se conocieran de toda su corta vida.
Luego me di cuenta, que así es Jesús, Él nos pregunta todo los días: -¿Quieres que seamos amigos?- y solo espera nuestra respuesta, y en el momento en el que le decimos: -¡Sí, quiero!- Él nos toma de la mano y comienza a jugar con nosotros, y a cambiar nuestra vida.
La diferencia de las niñas y nosotros con Dios, es que Él ya nos conoce, desde antes de que alguien más lo hiciera. Ya sabe lo que pensamos, lo que sentimos, lo que anhelamos, nuestros temores y aun así, nos ama, sin condiciones, sin reservas. Su amor se manifiesta en una amistad eterna.
Y me preguntarás: ¿Cómo podemos estar seguros de eso? Pues, porque todo lo que he dicho, está en Su palabra. Y Él no miente.
Juan 15:13 Dice: “Nadie tiene mayos amor por sus amigos que el que da su vida por ellos” Demostrando así que Él es el mejor amigo, al dar Su vida en la cruz por ti y por mi.
Apocalipsis 3:20 Dice: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.”
Hoy, Jesús nos ofrece una amistad permanente y eterna, que será capaz (Si creemos y accionamos) de hacernos crecer y edificarnos cada día de nuestra vida, y lo mejor es, que al morir, tendremos una gran esperanza de que esa amistad seguirá eternamente en el cielo.