Arrastrados por las olas
¿Alguna vez has observado como las olas del mar van arrastrando las cosas sin rumbo fijo? Si vas a la playa y te dejas llevar por las olas y no ejerces ninguna fuerza o control, en un descuido terminas en la orilla o en lo profundo del mar. Pues esto sucede en nosotros cuando nos volvemos inconstantes y dudamos.
Santiago 1:8 El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.
Una persona de doble ánimo, es inconstante, a diario presenta una batalla fuerte en sus pensamientos ya que predomina la duda e inseguridad.
Emociones como olas.
Cuando no tenemos claro una meta u objetivo es difícil cumplirla ya que divagamos y cambiamos de parecer conforme vayan sucediendo determinadas cosas. Unos deciden alabar y dar gracias a Dios solo cuando todo marcha bien; otros deciden salir y avanzar cuando observan que el clima está ideal para ello, y así diferentes escenarios, reflejando lo condicionado de la situación.
Saber que el Señor es quien conduce nuestra barca hace que todo gire en torno a él, pues andamos por fe y no por vista. Si tenemos la mirada fija en Jesús y vivimos conforme a lo que el Señor predestinó para nosotros, nuestra mente, alma y cuerpo estarán sometidos a la obediencia en Cristo Jesús. Por lo tanto nos hará ser constante en todo, pues las emociones y pensamientos estarán controlados.
Es importante que dominemos nuestra alma, en ella se encuentran las emociones y vaya que a veces es difícil controlarlas; cuando el espíritu no está en el primer lugar. Identificar las áreas en las que no somos constantes, es el primer paso para trabajar en ello; a fin de que su poder nos perfeccione y podamos vencer ante cualquier situación o prueba que pasemos. La fe es la que vence al mundo y en Cristo somos más que vencedores.
Filipenses 3:14 Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Si sientes que hoy estás siendo arrastrado por las olas de la indecisión, felicidades! Hoy es el día en el que puedes cambiar tu condición, lee la siguiente oración:
Señor Jesús, gracias por darme una identidad de hijo, gracias por permitirme conocer quién soy en ti. Hoy siento que me he dejado llevar por las aguas de la indecisión y no termino de definir los pasos que voy a dar. No quiero que las aguas me lleven a lo profundo, o me lancen en la orilla incorrecta, por eso te pido que me guíes, me recuerdes el camino por el cual siempre debo andar, y así poder llegar a esa meta que tanto me espera. Amén.